La cueva es un espacio un tanto misterioso dentro de nuestra cabeza, siendo el primero de tres espacios que existen (1/3). Aquí, la mente se sumerge en un océano de pensamientos que se combinan con la creatividad para generar ideas. Conozco la cueva, ahora la reconozco, también he estado en ella durante mucho tiempo, más de lo debido, pero cómo no si es tan cómoda. La cueva ha sido un espacio seguro donde podemos perdernos en mundos de ideas y explorar sus profundidades. Sin embargo, tiene un truco: el tiempo.
Verás las ideas no pueden estar un lugar por tanto tiempo, las ideas son como nosotros, son parte de nosotros, estas van cambiando con el tiempo, necesitan madurar justo como lo hacen los frutos que eventualmente se transforma. De no ser así nos podemos encontrar con los conocidos bloqueos creativos.
En la cueva, de mi experiencia personal puedo decir que he concebido innumerables ideas que nunca han visto la luz del día. Ideas que podrían haber inspirado a otros, cambiado vidas o dejado una huella en el mundo. Pero en lugar de llevarlas a cabo, las he guardado celosamente en las sombras de la cueva, temeroso de enfrentarme al mundo exterior y a las críticas que puedan surgir.
Estos pensamientos pesimistas, autocríticas que terminan por ser un bloqueo creativo parece que están ligadas como parte del proceso creativo, paralizando a muchas personas (me incluyo) hasta llevarlas a un sueño profundo en el que olvidan por qué empezaron.
Sin embargo, no debemos odiar la cueva, al contrario. Este es un lugar al que siempre tendremos que recurrir en momentos de introspección. Pero debemos recordar no permanecer demasiado tiempo en este lugar, pues caemos en un bucle. Lo que viene después de la cueva es el Sendero. Este es el segundo espacio de los tres que existen (2/3) y representa el camino hacia un objetivo o destino, ya sea en términos físicos o figurativos, que una persona sigue para lograr sus metas o propósitos. Es como una ruta que marca el camino hacia un destino deseado o un estado deseado de ser.
Yorumlar